Aletia Molina
Hugo López-Gatell pasó del cielo al infierno en cuestión de declaraciones. El cochinero en el manejo de las cifras y las proyecciones sobre la pandemia derrumbaron su credibilidad, aunque parte de su popularidad se mantiene apoyada por el presidente. El Rockstar ha quedado exhibido por los apabullantes datos de contagios y muertes que ubican a México en el top 10 de países más afectados por el coronavirus, lo que contrasta con sus dichos sobre los pronósticos del aplanamiento de la curva, picos y mesetas; esto sin contar el escandaloso subregistro de información que terminará por darle a López-Gatell y al propio AMLO sus lugares en la historia.
El doctor en epidemiología, quien supuestamente se regía únicamente por el conocimiento científico, se convirtió rápidamente en un mal político que subestimó la pandemia.
La soberbia de López-Gatell, embelesado por las porras de AMLO, se convirtió en su peor enemigo. Ante las evidencias de los subregistros de muertes por Covid-19 y la resistencia de hacer pruebas para tener una mejor idea de la expansión del virus, el subsecretario decidió repartir culpas y responsabilidades, en lugar de reconocer sus errores, escuchar a la comunidad científica y enmendar el camino.
López-Gatell culpa a los gobiernos anteriores por el deterioro del sistema de salud, lo cual, es parcialmente cierto; sin embargo, la crisis sanitaria que causó el coronavirus tuvo mucho más que ver con la reacción tardía de la actual administración y la subestimación del problema. Más recientemente, en su comparecencia ante el Senado de la República, atribuyó los desenlaces fatales por el Covid-19 a la alta prevalencia de enfermedades crónicas derivada del modelo neoliberal.
Así la historia de un funcionario, preparado y con estudios en el extranjero, que echó a perder su prestigio y contribuyó a exacerbar la letalidad de la pandemia con tal de complacer a su jefe. La dignidad de Hugo López-Gatell, junto con su credibilidad se fuero por la borda.
Por otra parte está el flamante secretario de Hacienda, Arturo Herrera, tiene sobre sus hombros el mayor desafío de su vida profesional: evitar que la otra crisis, la económica, lleve a millones de mexicanos a la pobreza y minimice sus posibilidades de subsistencia. Por eso, lo que haga y deje de hacer el hombre que se supone dicta la política económica del país también quedará de manifiesto en el juicio que habrá de hacerse al concluir el sexenio.
A finales del año pasado, cuando muchos indicadores económicos estaban a la baja, Herrera dijo que México tenía “chalecos antibalas” para paliar la “peor crisis” económica. Uno de esos chalecos es la Línea de Crédito Flexible con el Fondo Monetario Internacional por 74 mil millones de dólares. La recesión más profunda de los últimos 70 años llegó con la pandemia del coronavirus y la Secretaría de Hacienda optó por no echar mano de ese escudo. ¿Por qué? Sólo se puede explicar por la decisión presidencial de no salvar a nadie en la crisis. “Que quiebren las empresas que tengan que quebrar”, dijo AMLO.
Otro chaleco antibalas son los Fondos de Estabilización de Ingresos Presupuestarios, de los cuales se gastó la mitad el año pasado, y sin crisis. Y es hora en que, en medio del desempleo acelerado, tampoco se han utilizado este año para enfrentar la recesión económica.
Y qué decir de los proyectos tan cuestionados, como el de la refinería de Dos Bocas (que él mismo puso en tela de juicio, solo para ser vapuleado por Rocío Nahle y… por el Presidente) que ahora, a pesar de no ser prioritarios para la recuperación, forman parte de la narrativa del secretario por ser los que tienen mayor “capacidad de absorción” para detonar el empleo y la actividad productiva.
Sobre la recuperación, Herrera dijo que será en forma de V asimétrica; es decir, un rebote de la economía que no va a lograr compensar en 2021 (probablemente tampoco en 2022). La teoría de cómo será la recuperación del país dice mucho de la política económica del gobierno: como no se aplicaron muchos estímulos para amortiguar el golpe económico, ahora no se sabe qué tan rápido puede darse la recuperación ni cómo será.
Da miedo imaginar que un funcionario de alto nivel como Arturo Herrera haya cambiado su forma de pensar por complacer al presidente; y más aún, que se esté mimetizándose con López-Gatell y con el presidente al sugerir que los medios están exagerando o conspirando contra ellos.
Ojalá que alguno de estos funcionarios caiga en algo de sensatez, por que más temprano que tarde, su actuación frente a la pandemia les pasará factura.
Aletia Molina
@AletiaMolina
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