Luis Alberto García / Moscú, Rusia
* Está considerado entre las grandes inteligencias del siglo XX.
* Entre los años 1879 y 1940, Lev Davídovich fue más que fecundo.
* Hizo una breve; pero excepcional aportación a la teoría política.
* Seis libros fueron más que suficientes para reconocer su genio.
* Su pensamiento se consolidó con el triunfo del 25 de octubre de 1917.
* Tuvo elocuencia en su oratoria y fe en la victoria bolchevique.
El 4 de agosto de 1936, Lev Davídovich Trotski terminó el libro La revolución traicionada, entregándolo a la imprenta para su publicación inmediata, subtitulándolo “¿Qué es y a dónde va la Unión Soviética?”.
A casi dos decenios de la victoria de los bolcheviques en Rusia, a la mayoría de sus adversarios la obra les pareció no solamente superflua, sino absurda, por decir lo menos, al plantearse esa pregunta que lleva a su autor a ser reconocido como un pensador determinante para la historia de la teoría política contemporánea.
Esa cuestión –el subtítulo- o pregunta fundamental se la hizo Lev Davídovich Trotski, quien junto a Vladímir Ilich Uliánov, Lenin, fue uno de los dos grandes marxistas del siglo XX, cuyos pensamientos se consolidaron al ver triunfar el movimiento que derrocó a la autocracia rusa y luego tomar el liderazgo revolucionario, aún antes del 25 de octubre de 1917.
Autor de una notable obra teórica en la que sobresalen La teoría de la revolución permanente; Iósif Stalin, una valoración y su influencia; La lucha contra el fascismo: el proletariado y la revolución; La oposición de la izquierda en la URSS; Los gangsters de Stalin y La Revolución permanente, Lev Davidóvich fue elegido presidente del Sóviet de San Petersburgo en la primera Revolución rusa de 1905.
Durante la Primera Guerra Mundial, con sus conocimientos bien cimentados y en plena madures, Trotski adoptó una posición consistentemente internacionalista y escribe el Manifiesto de Zimmerwald, en un intento de unir oponentes revolucionarios del conflicto bélico.
Solamente Lenin jugó un papel superior al de Trotski en la Revolución de octubre, con una mérito más, cuando durante la guerra civil (1918-1921), cuando la supervivencia de la Revolución pendía de un hilo, organizo al Ejército Rojo desde la nada, pertrechado nada más que de su elocuencia oratoria y su fe en la victoria.
Desde un principio dirigió la lucha contra los ejércitos contrarrevolucionarios en su famoso tren blindado, y junto a Lenin, fundó la Internacional Comunista y escribió muchos de sus manifiestos, tesis y documentos.
Sin embargo, su contribución más importante fue en la década de 1930, durante los últimos años de su vida, ya que tras la muerte de Lenin en enero de 1924, Trotski dirigió los combates contra la degeneración burocrática del Estado soviético.
Empujado al exilio por Stalin, Trotski siguió defendiendo las genuinas tradiciones del movimiento bolchevique de la Revolución de octubre, fundando la Oposición de Izquierda Internacional, de la que surgieron sus escritos posteriores, un tesoro de la teoría marxista.
Estos no solamente tratan de los problemas inmediatos de la Revolución china, del ascenso de Adolfo Hitler en Alemania y de la guerra civil española (1936-1939), sino de todo tipo de cuestiones artísticas, filosóficas y culturales.
Así, solitario, perseguido y aislado hasta el fin de sus días, él proporcionó un análisis marxista científico de la degeneración de la Revolución rusa, en obras como
La revolución traicionada (Predannaya Revolyuysiya Chto Takoye SSSR y Kuda on Idet en ruso) (Editorial Fontamara, México, 2017), obra breve de once capítulos y 285 páginas, que se complementa con En defensa del marxismo de la misma editorial.
La historia contemporánea tardó en admitir que Stalin persiguió implacablemente al enemigo que temía más que nadie: uno a uno asesino a sus dos hijos, a los parientes, a los amigos y a los camaradas del presente y del pasado.
Finalmente, el 20 de agosto de 1940, Ramón Mercader del Río, un agente estalinista de origen catalán –que se hacía pasar como Jacques Mornard y Frank Jacson- clavó un piolet en ese brillante y excepcional cerebro, considerado una de las más grandes inteligencias del siglo XX; pero sus ideas no podían ser destruidas, sino que permanecen como una fuente imperecedera de inspiración e ilustración.
Sin duda, el año de 1917 es uno de los más estudiados debido a la Revolución rusa, la cual dio un vuelco al mundo, mostrando una nueva forma de gobierno y derrocando, aparentemente, un régimen caduco, dando el poder al proletariado; sin embargo, no todo fue así.
Tras la muerte de Lenin, considerado el máximo líder de la Revolución de octubre, la camarilla que asaltó el nuevo poder en la Unión Soviética a partir de 1924, sorprendió traicionando sus propios ideales bajo la figura del sátrapa y megalómano Iósif Stalin.
Lev Davídovich Trotski, una víctima más de la manipulación estalinista, al pasar a ser uno de los líderes de la Revolución rusa, heredó al mundo La Revolución traicionada, uno de los textos mejor logrados e importantes de la teoría marxista, en donde enumera cada uno de los atropellos del régimen de Stalin, concluido con su muerte el 5 de marzo de 1953.
La revolución traicionada es donde el exiliado en México muestra las fallas que llevaron a la Unión Soviética a convertirse al totalitarismo que, sin duda, condujo a un siglo de terror a aquella nación, y es por eso que cada pensamiento escrito por Lev Trotski es un clásico que no debe dejar de asimilarse para poder ser mejores seres humanos.
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