Por Roberto Fuentes Vivar //DIARIO EJECUTIVO
Publicidad y accionistas mandan en los medios
El gobierno les da 3.5 mil y la IP más 20 mil mdp
Un periodista que se precie de serlo debe responder a sus lectores o su audiencia.
Los medios de comunicación deben responder ante sus propietarios o sus accionistas.
Por eso existe un frágil equilibrio entre el periodismo, sus anunciantes y los medios de comunicación.
Quizá el ejemplo más claro de cómo los periodistas deben responder ante su audiencia es el de Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela, quienes el 31 de marzo dejaron las ondas hertzianas de La Octava (Radio Centro).
Al día siguiente iniciaron una especie de experimento para mantener su programa “Los Periodistas”, a través del portal Sin Embargo (del cual ambos son ahora directivos), por medio de YouTube. La respuesta de su auditorio fue tal que han conseguido, en una semana, más de 30 mil conexiones simultáneas.
Pero ¿qué sucedió con su salida de Radio Centro? Ninguno de los dos han querido hacer públicas las razones de su salida, pero quizá valga la pena mencionar que, en poco tiempo, han dejado La Octava Julio Hernández (Astillero), Vicente Serrano, Ricardo Raphael, Álvaro Delgado y Alejandro Páez Varela.
Si en algo coinciden todos estos periodistas es que si bien no todos son precisamente cercanos (puede ser que algunos sí) a la IV Transformación, sí al menos no participan en el golpeteo mediático constante (y la mayoría de las veces sin rigor periodístico) en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador. Pero eso sí, pueden considerarse críticos del sistema o antisistémicos, como me calificó hace años un amigo por posición ideológica.
En una columna que ha circulado en redes se asegura que la salida de Delgado y Páez Varela, se debe a que el ahora número uno de Radio Centro, Juan Aguirre Abdó, recibió información de sus amigos personales Javier Corral y Ricardo Anaya, quienes le previnieron que de continuar apoyando a periodistas que no critiquen a López Obrador los anunciantes dejarían Radio Centro.
No lo creo. Sin embargo, considero que la tesis podría tener algo de cierto, pues no descarto que muchos anunciantes, socios comerciales y accionistas puedan estar detrás de la salida de la Octava de periodistas que entienden y tratan de contextualizar la IV Transformación.
La situación de Radio Centro
En el segundo párrafo de esta columna señalaba la necesidad de los medios de mantener un equilibrio entre periodismo, accionistas y anunciantes. Lamentablemente la situación financiera de Radio Centro parece confirmar que su apuesta por un periodismo de izquierda (por llamarlo de alguna manera), le podría traer problemas económicos por afectar intereses del sistema.
Al respecto vale la pena contextualizar esta información:
-En 2015 Radio Centro tuvo que pagar 411 millones de pesos, como castigo por no adquirir en tres mil 058 millones de pesos un paquete de 124 canales de televisión digital, con el que pudo haber creado la tercera cadena de televisión en México.
-El 22 de enero de 2019 las acciones de Radio Centro la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) registraron una caída de 13.8 por ciento por la salida del aire de Radio Red AM y los títulos se ubicaron precio unitario de 12.5 pesos.
-El 11 de febrero de 2019, sus títulos fueron suspendidos y su valor en bolsa fue de sólo dos mil 299 millones de pesos, cuando al cierre de 2018 era de dos mil 479 millones y un año antes valía alrededor de tres mil millones de pesos.
– En junio de 2019 las acciones de Radio Centro volvieron a caer y se ubicaron en nueve pesos. Ese mismo mes, anunció la venta de la estación KXOS-FM 93.9 de Los Ángeles para tener liquidez.
-El 11 de octubre de ese año, Juan Aguirre Abdó presentó el canal de televisión La Octava, con periodistas como Julio Astillero, Carmen Aristegui, Álvaro Delgado Gómez, Ricardo Raphael, Vicente Serrano y Alejandro Páez Varela.
-El cuatro de febrero de 2020, Aguirre anunció un Consejo Editorial coordinado por Julio Hernández y conformado por Álvaro Delgado, Alejandro Páez Varela y Ricardo Raphael.
– El 24 julio 2020, Grupo Radio Centro informó que alcanzó un acuerdo para reestructurar su deuda por mil 650.7 millones de pesos.
-El uno de marzo de 2021 Carmen Aristegui y Radio Centro, fortalecieron su alianza para que el noticiario de la periodista se difunda en el canal 8.1 de la televisión abierta, luego de que Aristegui, junto con Artículo 19 y otros organismos, realizaron un análisis, en el cual se culpó a la directora de Notimex, Sanjuana Martínez de promover ataques a periodistas.
-También en marzo, Radio Centro informó que durante el cuarto trimestre de 2020 registró un alza de 8.6 por ciento en sus ingresos por transmisión, en comparación con un año antes.
-El 31 de marzo salieron de La Octava Delgado y Páez Varela.
-Hoy, las acciones de Radio Centro valen menos de cinco pesos y se cotizan en 3.7 pesos, según algunos analistas.
Esta cronología es simplemente para hacer varias preguntas ¿Quién o quiénes se beneficiaron con la especulación de las acciones? ¿Tienen estos accionistas la capacidad de influir en las decisiones del medio? ¿Tienen poder para destituir a periodistas? ¿Están detrás los accionistas y los directivos de grandes empresas?
La Jornada y el fuego ¿amigo?
Además del tema de Los Periodistas, otro asunto mediático presente en días recientes no solo en las redes sociales, sino en algunos medios tradicionales, es el de La Jornada, que se enfrenta a una serie de ataques internos y externos, los cuales personalmente considero desproporcionados, por decir lo menos, si no es que francamente interesados.
No es la primera vez que La Jornada es denostada, precisamente por ser crítica del sistema e incluso del Poder Económico que lo creo y fortaleció por décadas. A principios de julio de 2017 se inició una huelga. En esa ocasión escribí aquí (https://almomento.mx/diario-ejecutivo-la-jornada-claves-entender-conflicto/) mi apoyo a la directiva del medio porque consideraba que la suspensión de actividades podría ocasionar su posible cierre cuando era el único diario que no hacía concesiones al Poder Económico y al sistema en su conjunto. De hecho, en ese momento veía yo a muchos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto frotarse las manos esperando que así sucediera.
Hoy los ataques al periódico son de tal magnitud que en una semana ha utilizado su minieditorial (Rayuela) para enviar mensajes al respecto.
Concretamente existen dos críticas que considero descontextualizadas: Una, que el diario ha recibido (por publicidad o venta de servicios de impresión) 440 millones de pesos de los gobiernos de la IV Transformación (federal y estatales). Hasta se ofrecen datos de que en el mismo lapso, pero bajo la presidencia de Enrique Peña Nieto, este medio obtuvo únicamente 80 millones.
Lo que no se contextualiza es que en un bienio cualquiera del gobierno de Enrique Peña Nieto, por lo menos tres medios impresos recibieron cantidades mayor a los 440 millones de pesos que percibió la Jornada en los dos primeros años de Andrés Manuel López Obrador… y eso sin contar los recursos provenientes de estados gobernados por el PRI o el PAN a esos mismos diarios.
La otra es que con frecuencia se critica que La Jornada jerarquice en su primera plana información proveniente del presidente. Por eso le han aplicado motes como “aliado informativo del gobierno”, “el Granma de López Obrador” y hasta “el diario oficial de la IV Transformación”. Generalmente quienes hacen esta crítica son periodistas, muchos de los cuales estuvieron en esa publicación e incluso algunos fueron fundadores, como quien esto escribe.
Lo que parecen no entender quienes incurren en los ataques es que las cosas han cambiado… y mucho. Durante varias décadas el Poder Público y el Poder Económico estaban de la mano (a partir de un piñón, dice la tan mentada frase) y ahora existen fuertes diferencias entre esos dos poderes.
Algo que también no contextualizan los críticos acérrimos de La Jornada, es lo descrito en los primeros párrafos de esta columna y que sintetizo ahora: los periodistas y los medios deben responder a sus lectores o audiencias y no solo a los anunciantes ni a los accionistas.
En este sentido, La Jornada, creo, sí toma en cuenta a sus lectores, quienes no esperan que el medio se convierta en uno más de los que de manera cotidiana (y la mayoría de las veces sin razón) atacan (o critican) cualquier acción del presidente López Obrador y de la IV Transformación en su conjunto.
Me atrevo a decir que La Jornada responde más a los intereses de sus lectores que a sus propios accionistas, pues los poseedores de títulos ordinarios o preferentes no tienen interés en recibir la plusvalía de sus aportaciones.
El Poder económico ¿dicta línea?
Otro de los puntos que parecen olvidados en el gremio es que los periodistas independientes son críticos de todos los poderes (incluyendo el económico) y no solo del Poder Ejecutivo. Por eso, en este sexenio son más los periodistas con estas características que han sido separados de sus medios, que los antilopezobradoristas que han salido del aire o han sido despedidos. Además de los ya mencionados de Radio Centro y de algunos de Proceso, están por ejemplo los conductores de Charros contra Gángsters que tuvieron que dejar MVS.
Creo, en síntesis, que la censura sí existe, pero sobre todo por parte del Poder Económico (que promueve la autocensura) más que del gobierno federal. Por eso me atrevo a dar algunos datos de la importancia mediática de las grandes empresas.
Los bancos invierten más de 15 mil millones de pesos anuales en publicidad. Nada más en 2018 y 2019 destinaron 32 mil 667 millones de pesos (confieso que por los cambios en la página de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores no obtuve datos más recientes) a ese rubro. Eso sin contar con el dinero que erogan los Grupos Financieros en conjunto, sumando aseguradoras, arrendadoras, afianzadoras, afores y demás, que deben sumar otros cinco mil millones adicionales.
A pesar de que la inversión publicitaria de los bancos era 50 mayor a la del boom de Enrique Peña Nieto cuando se destinaban 10 mil millones de pesos en promedio anuales del gasto público a los medios, estos se acostumbraron a vivir del erario.
Por eso cuando el actual gobierno decidió modificar su relación con los medios, redujo los 10 mil millones a solo un tercio (tres mil 300) y quizá menos, lo que ocasionó un fuerte problema de sobrevivencia en las empresas mediáticas presididas por empresarios.
Si se toma en cuenta que solo los grupos financieros destinan alrededor de 20 mil millones de pesos anuales y a esto se suman las enormes inversiones publicitarias de las industrias de bebidas, alimentos, automotriz y muchas otras, el dinero hacia los medios puede ser bastante considerable. Lamentablemente en sus informes anuales las grandes empresas omiten difundir esas cantidades.
Ante estos datos, vale la pena peguntar, como el convencido antisistémico que soy ¿Quiénes son los que rigen las políticas mediáticas en el país? ¿Los medios? ¿Los anunciantes? ¿Los accionistas de las grandes empresas? ¿Los lectores y las audiencias?
Creo que todos los primeros, pero los últimos no, salvo en honrosas excepciones. Por eso es más fácil (y quizá más redituable) para un periodista ser sistémico que crítico del Poder Económico. Dice el filósofo del metro: la verdadera censura no está en Palacio Nacional, sino en Reforma y Niza.
Tianguis
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