CIUDAD DE MÉXICO.- Edson Arantes do Nascimiento, mejor conocido como “El Rey Pelé”, el mejor futbolista del siglo XX, falleció hoy a los 82 años, y tras convivir durante meses contra una delicada enfermedad que deterioró su salud, este jueves 29 de diciembre murió en el Hospital Albert Einstein de San Pablo. Un futbolista con gran afición mexicana des de que se coronó campeón del mundo por tercera ocasión, tras ganar el Mundial de México 70.
Comenzó a jugar fútbol como se comienza a jugar fútbol en Brasil: en las calles. Jugaba con sus compañeros de escuela o con sus vecinos. Sin embargo, su carrera como futbolista profesional comenzó a los 13 años cuando se integró a los juveniles del Club Atlético de Baurú.
Dico, como era conocido en su infancia, creó un equipo con sus amigos de barrio al que llamaron Ameriquinha, que se llevó el torneo de la ciudad. Después de esto pasó a las divisiones inferiores del equipo del Baquinho, donde jugaba Dondinho y que era entrenado por Waldemar de Brito, internacional con Brasil en la Copa Mundial de 1934. Por esos años jugó por un tiempo fútbol-sala en el Radium. Waldemar de Brito lo ayudó a perfeccionar su juego y convenció a su madre, quien no veía al fútbol como una profesión, para que abandonara su empleo en una fábrica de zapatos, en el que cobraba un sueldo de 2 dólares al día y su casa para irse a jugar al Santos de São Paulo.
Su primer entrenador fue Valdemar de Brito, un futbolista que jugó con la selección nacional brasileña en la Copa Mundial de 1934. Fue De Brito quien llevó a Pelé al equipo Santos de San Pablo; y con el Santos, vino la consagración y los mundiales.
Entre 1956 y 1974, Pelé ofreció en el Santos verdaderos recitales futbolísticos. La Perla Negra, uno de los apelativos que recibió, era un jugador de corpulencia media que conjugaba una gran habilidad técnica, un poderoso disparo con ambas piernas y una inusitada capacidad de anticipación. A lo largo de su dilatada carrera deportiva, Pelé ganó con su club diez Campeonatos Paulistas (siendo el máximo realizador en once), cinco Torneos Río-São Paulo, dos veces la Copa Libertadores y otras dos la Copa Intercontinental en los mismos años (1962 y 1963), y, en 1962, el primer Campeonato Mundial de clubes.
Pelé debutó en la selección brasileña con sólo diecisiete años y, ya entonces, su contribución a la magia del juego carioca fue clave para la obtención del título mundial en Suecia en 1958. La incorporación de los jóvenes Pelé y Garrincha puso en marcha un juego artístico, fluido y dominador (el llamado jogo bonito) que muy poco tenía que ver con el fútbol de fuerza y pelotazo de los conjuntos anglosajones o con la improvisación de los mediterráneos.
Se iniciaba así en los campeonatos mundiales una etapa brillante, marcada por la figura legendaria de Pelé, que asombró al mundo con su juego, su clase, su intuición, su control de la pelota y del disparo. En el Mundial de Suecia de 1958, un gol suyo frente a País de Gales hizo que los brasileños se plantasen en las semifinales contra Francia, a la que batieron por un aplastante 5-2, con tres goles de Pelé. En la final, la máquina brasileña arrolló a los anfitriones hasta dejar el marcador final en 5-2, nuevamente con tres tantos de Pelé.
Pelé había llegado al Mundial de Suecia como suplente, como un garoto (chaval) que prometía mucho, y regresó con la aureola que rodea a las leyendas. No tardaría en ser llamado O Rei (El Rey), apodo que Pelé recibió en 1961 de la prensa francesa. En los años venideros, Pelé confirmaría su propio mito, ganándose la consideración de mejor jugador de todos los tiempos al liderar los triunfos mundialistas de su país en los campeonatos de Chile (1962) y México (1970); los tres títulos mundiales valieron al combinado brasileño la adjudicación en propiedad del primer trofeo instituido, la llamada copa Jules Rimet.
Tras su retirada, Pelé siguió en el mundo del fútbol
Tras obtener todos los títulos posibles y haber contabilizado más de mil goles marcados en partidos oficiales (1.284 goles en 1.363 partidos, según las estadísticas), anunció su retirada del deporte activo en 1974. Sin embargo, Pelé (cuyo seudónimo carece aparentemente de significación alguna) fichó en 1975 por el Cosmos de Nueva York, equipo constituido por un conjunto de grandes figuras del fútbol a fin de promocionar este deporte en Estados Unidos.
Después de retirarse definitivamente en 1977, O Rei recibió numerosos galardones y reconocimientos, tales como el Premio Internacional de la Paz (1978) o el de Atleta del Siglo (1980). Aureolado por una fama sin fronteras, y habiéndose convertido en el deportista mejor pagado hasta el momento, Pelé inició una carrera relativamente exitosa en el cine como actor (llegó a participar en el largometraje de John Huston Evasión o victoria, de 1981), y en la música, como compositor de varias piezas, entre las que se incluye la banda sonora completa de la película de carácter biográfico Pelé (1977).
Pelé continuó también ejerciendo una importante influencia en el mundo del fútbol desde los despachos, y en 1995 fue nombrado ministro de Deportes en Brasil, cargo desde el cual impulsó la llamada Ley Pelé, con la cual pretendía modificar la legislación en materia de contratos deportivos entre clubes y jugadores.
Todavía unos pocos postulan para el título de mejor jugador de la historia a figuras como el holandés Johan Cruyff, el alemán Franz Beckenbauer o los argentinos Diego Armando Maradona, y, ya en el siglo XXI, Leo Messi, alegando que el altísimo nivel de exigencia del fútbol de las últimas décadas no es comparable al de los tiempos de O Rei. Pero es innegable que los registros de Pelé siguen imbatidos y parecen inalcanzables; si no el más grande de todos los tiempos, fue sin duda el primero de los grandes.
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