FRANCISCO RODRÍGUEZ
¡Por fin! Abdalá Bucaram, el loco ecuatoriano que fingió ser presidente de ese país, está en prisión domiciliaria. El tercer caso penal que enfrenta por delincuencia organizada impone la medida cautelar de arresto domiciliario con vigilancia policial las 24 horas, y se suma a las de presentación periódica y uso de grillete electrónico. Allá no se andan con cuentos. Son demasiado serios. Aquí en cambio…
Una vez por semana Bucaram tendrá que comparecer ante el fiscal del caso, ya que hay cinco figuras delictivas conexas a la de delincuencia organizada: enriquecimiento privado no justificado, estafa, uso doloso de documento público, evasión tributaria y delitos contra la vida.
El 3 de junio pasado, en un allanamiento a la vivienda del expresidente, la policía encontró cajas con insumos médicos, como mascarillas y pruebas rápidas para detectar el coronavirus, con las que hacía negocios ilícitos, una pistola con municiones y varios objetos arqueológicos. Cualquier semejanza con lo que pasa aquí no es simplemente coincidencia.
Teleamazonas de Pichincha transmitió los sucesos del allanamiento en su casa, donde el mandatario salía en calzoncillo en las tomas en su habitación. Los argumentos de la defensa basan en este hecho toda su estrategia para que salga indemne del proceso. La opinión pública ecuatoriana está indignada.
Como presidente hizo todo lo contrario a todo lo que prometió
Abdalá Bucaram duró sólo seis meses en el poder, hasta que el Congreso Nacional declaró su incapacidad mental para gobernar, y después fue procesado penalmente por corrupción, convirtiéndose en un ícono de los presidentes latinoamericanos de esa especie. Pero El Loco Bucaram hizo otras travesuras.
Se decía representante del pueblo llano, de los humillados. En su campaña buscó el apoyo de segmentos empresariales para tranquilizar la inversión extranjera, recibir el apoyo del sindicalismo y dar esperanzas a las clases medias asalariadas respecto a la conservación de sus empleos.
Para más coincidencias con lo ocurrido en México se declaró antineoliberal y en su mandato inició el desmantelamiento y la venta de empresas públicas, haciendo todo lo contrario a lo que prometió. Elevó las tarifas del gas y de los servicios básicos y de acuerdo con analistas ecuatorianos, siempre denunció la corrupción de sus antecesores sin voltear a su entorno y, ni por asomo, referirse a la suya.
Echado del poder por sus locuras. Él dice que fue la mafia política
Hoy Bucaram sigue asegurando, después de veinticinco años, que fue echado del poder por la mafia política ecuatoriana que saqueó la República. Aunque la expresión del descontento ha sido masiva e histórica en ese país sudamericano.
Los millones de dólares que recibía este descendiente de libaneses, por peculados, sobornos, chantajes, fraudes y recortes presupuestales, los guardaba en la cisterna del baño de su oficina particular, según relataron sus ayudantes de cuerpo y diversos paniaguados que ejecutaban sus órdenes en los tiempos dorados.
Bucaram llegó al poder, después de tres intentos fallidos, por su verbo encendido, su contacto con las masas y un colosal poder económico. Como líder del particular y desaparecido Partido Roldosista Ecuatoriano. Por poco, El Loco logra lo que el chavismo en Venezuela: desaparecer y hacer inviable el proyecto de país.
Se sintieron engañados por la múltiple personalidad del presidente
Se decía admirador de Adolfo Hitler. Y sus chairos, dondequiera hay, lo festejaban. Moralino hasta las cachas. A comienzos de la década de los 80’s armó una cruzada de moralidad que le permitía la persecución de muchachas en minifalda y les rompía el dobladillo de las faldas. Su minúsculo bigote se parecía al del dictador alemán.
Una vez en el poder, se autocalificaba como loco, en virtud de que era “un hombre apasionado que ama a su pueblo exclusivamente”. Dividió a su gobierno en dos: uno para el consumo interno y otro para la publicidad exterior.
La imagen para el consumo interno, la del hombre sencillo, logró hacer una cortina de humo. Pero los ecuatorianos poco a poco se sintieron engañados por la doble y múltiple personalidad del presidente. A base de excentricidades y locas decisiones derrotó lo que él mismo había edificado con patrañas.
Lo que pasó en Ecuador y lo que pasa aquí no es mera coincidencia
Entre la forma de aplicar justicia de Bucaram en Ecuador y el paquete de iniciativas mexicanas de los últimos meses –que están impugnadas ante la Suprema Corta– no hay diferencias. Suprimir garantías, promover delaciones, legalizar las escuchas, criminalizar a todos, hacer a un lado las garantías individuales.
Convertir en delitos graves las declaraciones fiscales, perseguir el outsourcing para castigar las fuentes de empleo, congelar las cuentas de sus adversarios políticos o de quienes tengan una opinión crítica y objetiva sobre su gobierno, torturas y espionajes sin orden judicial, arrestos fundados sólo en sospechas…
… agentes federales inmunes a todo reclamo y a todo control legal y jurisdiccional, informaciones confidenciales sin permiso de los afectados y ofendidos, ni aprobación ministerial. Una mezcla de salvajismo innato y desconocimiento absoluto de las leyes y de la realidad.
Ecuador, país serio con malas noticias para el chairopopulismo local
La anti – Historia en manos de inconsultos y perversos, el estado psicótico. El mismo que aquí apoyan muchos descerebrados que siguen siendo tan retardatarios y ultraderechistas como sus peores referentes mundiales, con el mismo barro del totalitarismo prenazi, el despotismo ramplón.
Afortunadamente, en Ecuador, le acaban de poner el cascabel al gato. Descorrieron el telón de la hipocresía y la faramalla populista. Pasa a formar parte de los países serios. Son malas noticias para el chairopopulismo local.
Y es que, aquí, ¿cuánto tendremos que esperar?
Las coincidencias siguen siendo peligrosamente sospechosas.
Material para el proceso, datos para cualquier indagatoria, es lo que sobra.
¿No cree usted?
Índice Flamígero: La locura, que viene impuesta por la naturaleza del poder, termina por matar el último elemento que queda para su ejercicio: la empatía. El momento en el que todo gira en torno a las pasiones de ese personaje que se mueve por pulsiones, que empeña toda la energía y esfuerzo en satisfacerlas. Ya no hay capacidad de sentir por el otro, solo por sí mismo. Normal que los antiguos recomendaran escapar del cáliz de la política a aquel que aspirase a la salvación de su alma. Hay que tener un punto de loco para hacer política. Benditos aquellos que la hacen y tienen un ancla en la razón. Que son muy pero muy pocos.
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